Donald Trump sonríe durante un espectáculo de fuegos artificiales en su club de golf de Virginia, este sábado. / MATT ROURKE / AP
Gélida, así será la toma de posesión de Donald Trump. Como una metáfora del anhelo presidencial por controlar el Ártico, los vientos de esa región han enviado una ola de frío polar para recordarle que pueden congelar cualquier deseo. La investidura se hará en el interior Capitolio, el mismo que sus seguidores intentaron tomar hace solo cuatro años y que Trump perdonará inmediatamente. Un día simbólico en todos los sentidos para el regreso de un presidente que divide a la población sin ninguna voluntad para generar políticas de encuentro. La América que viene, es en parte una continuación de la que conocimos en su primer mandato, pero más trabajada.
Sabemos que el presidente más aislacionista de la historia de EEUU va a empezar con un golpe de efecto sobre la inmigración. Una redada masiva entre las ciudades santuario, las que se niegan a deportar por la fuerza a los inmigrantes no regularizados. Como Los Ángeles sigue bajo el impacto del fuego, el golpe de efecto empezará en Chicago. Inició su anterior mandato con la promesa de una nueva valla en la frontera de México que nunca llegó a concretarse, ahora una operación contra los que menos protección tienen será su primera muestra de poder. Trump ya ha ido calentando el ambiente y por ahí podemos intuir que su eslogan “hacer grande América”, pasa por hacer de su país un imperio desde Tijuana hasta el Ártico, un fortín cerrado a los inmigrantes y a las rutas del comercio chino y ruso, incluyendo anexiones como el canal de Panamá, Groenlandia o Canadá.
Lo más probable es que tampoco se concrete nada de esto, pero en el camino va a necesitar recursos y es ahí donde va dirigida la política de los primeros 100 días: recortar un tercio el gasto público, para lo que cuenta con Elon Musk y forzar a Europa a financiar la OTAN si quiere defender su propio espacio. Se acabó el pacto atlántico. Cuando ganó en 2016 era un novato, ahora en cambio ha tenido cuatro años para pensar y en su regreso todo suena muy desconcertante. Confiemos que la realidad le frene.
