Las bolsas del mundo se asoman al abismo. La caída de los principales índices bursátiles tras la imposición de aranceles por parte del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha empujado a los mercados a un escenario conocido como bear market, o mercado bajista: un periodo en el que las acciones pierden más de un 20 % de su valor respecto al máximo reciente.
Este desplome no solo refleja el pánico de los inversores, sino que también suele anticipar una recesión económica. Los operadores ven venir tiempos difíciles —menos comercio, menos beneficios, menos empleo— y se desprenden de los títulos para evitar pérdidas mayores. Así, la capitalización de las empresas cae en picado, como ya ha ocurrido con el S&P 500, el Dow Jones y el Nasdaq, que registraron la peor semana desde el estallido de la pandemia.
Este domingo por la noche, los futuros del S&P 500 llegaron a caer más de un 5 % en las primeras horas de la sesión asiática. Si la tendencia continúa, el índice entrará oficialmente en mercado bajista. El Nasdaq ya lo hizo el viernes, y el Dow Jones perdió desde entonces cinco billones de dólares.
La culpa de este desplome bursátil la tiene el nuevo paquete arancelario de Trump, que impone un gravamen mínimo del 10 % a las importaciones de la mayoría de países y sube los aranceles hasta el 50 % para rivales comerciales como China o la Unión Europea. Desde el miércoles pasado, cuando el republicano anunció la medida, las bolsas han encadenado sesiones de pérdidas históricas. Solo en dos días, Wall Street se dejó 6,4 billones de dólares, y desde la investidura de Trump la cifra ya ronda los 10 billones.
El impacto no ha tardado en llegar a Asia. Este lunes por la mañana, tras el cierre festivo del viernes, la Bolsa de Shanghái se desplomó un 5,3 % nada más abrir. Shenzhen perdió un 7,3 % y el Hang Seng de Hong Kong, un 9 %. La prensa oficial china ha acusado a Washington de “dañar el comercio bilateral” y ha anunciado medidas de represalia: aranceles del 34 % a productos estadounidenses, sanciones a empresas, bloqueo de importaciones agrícolas y restricciones al comercio de tierras raras. China también ha presentado una denuncia ante la OMC.
En Estados Unidos, los altos cargos del Gobierno han salido en tromba para defender el plan de Trump. El secretario de Comercio, Howard Lutnick, aseguró que los aranceles se mantendrán “durante semanas”, mientras que el secretario del Tesoro, Scott Bessent, negó que esta política vaya a provocar una recesión. Pero las previsiones no acompañan: JP Morgan ya calcula que el PIB de EE. UU. caerá un 0,3 % este año y eleva al 60 % la probabilidad de una recesión global.
Trump, por su parte, ha quitado hierro al asunto. “A veces hay que tomar medicina para curar algo”, dijo este domingo a los periodistas en el Air Force One. También advirtió de que no habrá conversaciones con otros países salvo que “paguen mucho dinero”. Mientras los mercados se hundían, el presidente pasaba el fin de semana jugando al golf en Florida y compartiendo vídeos de su swing en redes sociales.
Varios gobiernos han empezado a moverse para frenar los aranceles. La presidenta de Taiwán, Lai Ching-te, ofreció el domingo eliminarlos completamente como base para negociar con Washington. El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, intentará este lunes que se levante el impuesto del 17 % a los productos de su país. En Italia, la primera ministra, Giorgia Meloni, se ha comprometido a proteger a las empresas afectadas por el nuevo arancel del 20 % a las exportaciones europeas.
Mientras tanto, millones de pequeños ahorradores ven cómo se esfuman sus inversiones. El S&P 1500 —uno de los índices más amplios del mercado estadounidense— ha perdido casi 10 billones de dólares desde mediados de febrero. El golpe a los fondos de pensiones y los planes de jubilación es brutal.
Los aranceles de Trump han sembrado el caos en los mercados financieros globales. La duda ahora no es si vendrán curvas, sino cuántas quedan por delante.