El homenaje a la historia fue rotundo. Declan Rice mutó por momentos y dejó de ser futbolista en su gran noche en el Emirates Stadium para convertirse en superhéroe. El británico fue capaz de transformar el balón en un proyectil de brillante precisión para que acabara en la escuadra. Sólo le faltó tener a Raphael como telonero, aunque es probable que no sepa de quién estamos hablando. Su oda a la idiosincrasia gunner quedó manifiesta en esta jornada de Champions, en la que consiguió sus dos primeros goles de falta de toda su carrera. Tras comprobar su golpeo, es meritorio haber disimulado todos estos años.
Es poco habitual que los focos apunten al inglés, pero fue inevitable en esta ocasión. Su anhelo era despedazar los sueños del Madrid y alargar la travesía del Arsenal en la Champions. Opositó para ello, como todo su equipo, aunque fuera el encargado de lanzar los cañones. En el Emirates todo tiene tintes bélicos, solo hay que ver el escudo.
Rice se transformó en superhéroe porque fue capaz de emular a Roberto Carlos y a Messi en el mismo partido, detalle reseñable e inusual en los mortales, con sendos tantos de falta. La curva del primero de ellos pareció diseñada por un arquitecto. Declan había tomado los planos y estaba decidido a erigirse como protagonista de la obra.
El efecto de la segunda falta dejó perplejo a Mikel Arteta, quizá por el descubrimiento de lo desconocido. O por su evidente interés en incorporar estos recursos a su librillo. La curva fue tan maravillosa que una escuadra y un cartabón hubieran sido insuficientes para diseñarla. Una genialidad consustancial a las noches de Champions y parecida a la que Messi logró ante el Liverpool en 2019.
El binomio Arteta-Merino
Está claro que el inglés era el cabecilla de una rebelión en la que había otros actores. Uno de ellos fue Mikel Merino, que secundó la ofensiva. Por momentos pareció desubicado como delantero, pero era todo un trampantojo. Tiene alma de centrocampista, pero definición de delantero. Su zurdazo fue el epílogo de la mejor noche europea que se recuerda en el Emirates en la última década.
Merino sacudió el árbol, pero fue Arteta el que recogió las nueces. Ante el infortunio de las lesiones, ha emergido un entrenador tallado a la espalda de Pep Guardiola. Dicen que los discípulos son la biografía del maestro y se comprobó en Londres. Sus soluciones creativas, como ubicar a Mikel en la delantera, son de técnico grande.
La resurrección blanca
La celebración fue la réplica de la que hizo su padre con el Osasuna en Alemania. La historia se repitió por primera vez en la Eurocopa, cuando Merino hizo estallar de júbilo a toda España. Fiel a la superstición que acompaña a los futbolistas, la ha repetido en estos meses. Cómo no iba a hacerlo frente al Madrid, más conociendo cómo acabó la historia el pasado verano.
El Arsenal ha cobrado ventaja, pero visitarán el Bernabéu el Miércoles Santo, en plena Semana Santa. Y ya saben que Madrid se convierte en la capital de los milagros en la Copa de Europa. La epopeya no es descabellada, solo hay que revisar los libros de historia. Los blancos, en plena víspera de la Pascua, apelarán a su propia resurrección.
El homenaje a la historia fue rotundo. Declan Rice mutó por momentos y dejó de ser futbolista en su gran noche en el Emirates Stadium para convertirse en superhéroe. El británico fue capaz de transformar el balón en un proyectil de brillante precisión para que acabara en la escuadra. Sólo le faltó tener a Raphael como telonero, aunque es probable que no sepa de quién estamos hablando. Su oda a la idiosincrasia gunner quedó manifiesta en esta jornada de Champions, en la que consiguió sus dos primeros goles de falta de toda su carrera. Tras comprobar su golpeo, es meritorio haber disimulado todos estos años.
