Los formalismos. De repente, en el correo electrónico, te llega un comunicado: HBO renueva The Last of Us por una tercera temporada. Incluso si sientes afecto y admiración por la serie como espectador, el corazón no te da ningún salto. Lo único que sientes es una especie de sensación de déjà vu. ¿Que no había sido ya renovada por una tercera temporada?
No es que The Last of Us viva en un medio televisivo donde no existen las cancelaciones. Están ahí, suceden a nuestro alrededor, como La vida sexual de las universitarias que, sin haber tenido un final definitivo, fue cancelada después de tres temporadas por Max (que, para el espectador medio, es lo mismo que HBO porque a estas alturas cuesta entender qué es cada cosa, aparte de ramas de una misma corporación, Warner Bros Discovery).
Craig Mazin y Neil Druckmann ya han hablado de su intención de adaptar el segundo videojuego en dos o tres temporadas
Pero sí que este drama de terror respira en un entorno distinto al de otras producciones en emisión: el de los fenómenos culturales y comerciales. Cuando tienes un piloto con más de 40 millones de espectadores solo en Estados Unidos (y con una audiencia media para la temporada de 32 millones), cuando te metes nominaciones en el bolsillo con la voracidad con la que un niño se meten caramelos en los pantalones y la chaqueta en el día de reyes, cuando adaptas una obra artística definitiva en forma de videojuego, las reglas convencionales ya no se te aplican.
Así que, por más que HBO acaba de anunciar que tendremos una tercera temporada como si se hubiera negociado in extremis en algún despacho con Craig Mazin y Neil Druckmann, la realidad es que no existe una realidad plausible en la que no hubiera existido: quizá si el Cordyceps apareciera en nuestras vidas y, de un día para el otro, en la comida familiar te encontrases a tu primo con champiñones por melena y dándote un abrazo con filamentos expectantes en las orejas.

Pedro Pascal estuvo nominado al Emmy por la primera temporada.
Los creadores, de hecho, siempre han sido sinceros con respecto a su forma de adaptar el videojuego de Naughty Dog. Mientras que la lógica narrativa llevaba a pensar que podíamos tener una temporada para cada videojuego, con la decisión de continuar más allá de las dos temporadas en la mesa de los directivos y creadores, Druckmann y Mazin advirtieron que iban a trocear la segunda parte de la historia hasta llegar a una tercera temporada y quizá a una cuarta.
La segunda temporada, que se estrena en HBO y Max el próximo lunes, fue concebida, por lo tanto, solo como una parte del tramo de Abby, interpretada por Kaitlyn Dever y que los jugadores conocen de sobras. Lo que no está tan claro (y este es el verdadero interrogante) es si tendremos cuarta temporada o no.

Póster promocional de ‘The last of us’.
Teniendo en cuenta que HBO busca prestigio con esta adaptación televisiva, posiblemente dependerá más de la voluntad creativa que de la comercial: Mazin y Druckmann tienen que acabar de estructurar la historia que queda por contar para así decidir si necesitan otra renovación. Se encuentran en una situación similar a la de David Benioff y Dan Weiss tras convertirse Juego de tronos en un fenómeno: ellos miran qué necesitan y el canal que les pone el presupuesto mira cómo hacer realidad esa visión.
Como decíamos, la segunda temporada está al llegar y con cambios significativos. Después de lo acontecido en el hospital de Salt Lake City, han pasado cinco años. Joel (Pedro Pascal) y Ellie (Bella Ramsey) han vivido tranquilos casi como un padre y una hija normales y corrientes en la comunidad civilizada de Jackson. Pero, a pesar de que el espectador desconoce la razón, hay un conflicto entre ellos. Y, en el horizonte, una amenaza que no tienen en cuenta: Abby, una soldado que busca venganza.
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Esta estabilidad encontrada en Jackson implica que hay actores secundarios y recurrentes con más peso que en la anterior temporada. Aparte del regreso de Gabriel Luna como Tommy, el hermano de Joel, y Rutina Wesley como Maria, tendremos a Isabela Merced como Dina, Young Mazino como Jesse y Catherine O’Hara como la psicóloga de la comunidad, el círculo cercano. Y, en roles más antagonistas, Kaitlyn Dever como Abby y Jeffrey Wright como Isaac.
“Nos enfrentamos a la segunda temporada con el objetivo de crear algo de lo que pudiéramos estar orgullosos. El resultado final ha excedido todas las ambiciosas expectativas que teníamos, gracias a nuestra colaboración constante con HBO y el impecable trabajo de nuestro inigualable equipo delante y detrás de la cámara”, adelantó Mazin en el comunicado sobre la renovación inevitable.