La guerra comercial desatada por Donald Trump ha terminado por golpear el pilar principal del sistema financiero global: el bono del Tesoro de Estados Unidos. Lo que durante décadas fue el activo más seguro del mundo está viendo cómo se tambalea su estatus. La prima por plazo, un componente de la rentabilidad del bono y que expresa la confianza de los inversores, escala a niveles de 2014, cuando EEUU encadenó tres años de caos político y crisis fiscales.
Trump y su guerra comercial han metido al bono americano en un callejón inédito. El mercado y los inversores están sacudiendo a la deuda de EEUU como si se tratara de un bono portugués en mitad de la crisis de deuda de 2012. Nunca el bono estadounidense se había enfrentado a una crisis de confianza por parte de los inversores. Los bonos estadounidenses han funcionado como refugio para los inversores en contextos complicados, tanto en guerras como en crisis económicas, pero actualmente el bono ha perdido su superpoder de refugio.
El precio de los bonos se ha desplomado, llevando a la rentabilidad de la deuda a diez años a superar el 4,5%, la semana pasada. Este martes se sitúa muy cerca del 4,4%. Dentro de la deuda también se está moviendo un indicador no muy conocido, pero que refleja la tensión a la que está sometida la deuda americana. La prima por plazo, el interés extra que piden los inversores a los plazos más largos de la deuda para mantenerlos en cartera, subió al 0,71%, el nivel más elevado desde de 2014, según los datos observados por la Fed de Nueva York.
“La prima por plazo surge porque los inversores exigen mayores rendimientos en los bonos del Tesoro a largo plazo para compensar el mayor riesgo”, explican desde la misma Fed, Joshua Rosenberg y Samuel Maurer, investigadores del organismo. El interés del bono en el mercado se compone de la mencionada prima y de las expectativas para los tipos de interés. Ambas suelen registrar la misma tendencia, pero la prima por plazo suele responder a los shocks más a corto plazo y no ha parado de dispararse. Antes de que Trump sacase la metralleta de aranceles, los intereses estaban por debajo del 0,4%. El componente de los intereses por expectativas en los bonos reacciona más comprando las previsiones sobre los tipos de interés e inflación.
La prima por plazo funciona más como un indicador de desconfianza sobre el bono. En este caso, sobre el bono a diez años. La Fed de Nueva York lo tiene monitorizado desde 1961 y aunque reconoce que no “es directamente observable”, debe estimarse, generalmente a partir de variables financieras y macroeconómicas, para desagregar el componente de expectativas. Sus cálculos son muy seguidos por los mercados financieros. Justo el modelo estadístico que utiliza ha sido el que ha dado la voz de alarma a los inversores.
Los máximos alcanzados por la prima por plazo no son casualidad. En 2014, EEUU había dejado tres años turbulentos de crisis fiscal con la Administración Obama. El último, en 2013, con cierre del Gobierno Federal incluido de 16 días. Los republicanos aprovecharon su mayoría en la Cámara de Representantes para intentar desmontar el Obamacare, el sistema de sanitario impulsado por los demócratas. Pero el origen del problema se remonta a dos años antes. En 2011, el gobierno federal se estaba quedando sin capacidad para pagar sus obligaciones porque había alcanzado el techo de deuda, el límite legal de endeudamiento del Tesoro que no depende del Gobierno, sino del Congreso. Los republicanos se negaban a aumentar el techo sin recortes profundos de gasto. La refriega política tuvo su impacto en el mercado de bonos. Standard & Poor’s rebajó la calificación crediticia de EEUU por primera vez en la historia (de AAA a AA+). Los intereses pasaron del 1,3% a rozar el 3%. Y la prima por plazo llegó a rozar el 1,9%.
Una crisis fiscal a la vista
Detrás del actual repunte está un escenario endiablado con la deuda pública y déficit para la Administración Trump. A principios de este mes de abril, el secretario del Tesoro, Scott Bessent, ya indicó que el gobierno federal corre el riesgo de quedarse sin espacio para cumplir con todas sus obligaciones tan pronto como en mayo o junio. Los cierres de Gobierno Federal o Shutdown y las negociaciones para subir el techo del gasto se han convertido en algo más que habitual, Trump vivió tres cierres del gobierno federal (government shutdowns), aunque solo uno fue largo y realmente significativo; pero esta vez la situación cuenta con una tensión internacional extra por la ofensiva arancelaria.
No hay noticias de la promesa de Trump de un recorte masivo de impuestos, pero lo que parece claro es la necesidad de aumentar el límite de la deuda del Gobierno Federal. Y no debería haber problema con el control de ambas cámaras del Congreso por parte de los republicanos.
“Hay preocupaciones fundamentales reales que impulsan los rendimientos al alza, en lugar de que los inversores salgan de sus posiciones en medio de la volatilidad del mercado”, indica Ed Yardeni, fundador de Yardeni Research en Nueva York. “Tal vez la probabilidad de un nuevo proyecto de ley sobre el techo de la deuda para tapar el déficit, además de la incertidumbre política, estén elevando la prima por plazo de los bonos”, reconoce el experto a Bloomberg.
Estados Unidos se ha beneficiado durante mucho tiempo de la abundante demanda de deuda por parte de los extranjeros, que actualmente poseen alrededor del 30% en total. Desde la crisis de 2008, cuando la Fed comenzó a hacer el trabajo sucio de comprar deuda directa en el mercado, la prima por plazo se ha comprimido hasta el punto de ser habitual de haya entrado en terreno negativo. Los inversores veían la deuda de EEUU como un activo blindado, con un comprador con capacidades ilimitadas.
Pero el repunte de la rentabilidad del bono ha desatado la desconfianza nunca vista en los mercados. Incluso se ha especulado con que China ha comenzado a vender de forma masiva deuda estadounidense. “La disminución de la demanda extranjera de bonos del Tesoro de Estados Unidos es un cambio de paradigma en la dinámica de la demanda y los acontecimientos recientes podrían acelerar esta tendencia”, escribieron en una nota los estrategas de Société Générale, entre ellos Subadra Rajappa. Eso debería conducir a una prima por plazo más alta y empeorar las proyecciones de déficit de EEUU a medida que aumentan los desembolsos netos de intereses.
Y esta es una de las claves de la guerra de aranceles de Trump: la enorme montaña de deuda que vence este año. Un récord de 8,57 billones de dólares. La solución mágica para Trump pasaba porque los ingresos generados por aranceles terminaran con el déficit de EEUU y con él bajaran los niveles de endeudamiento.
Y casi el plan surte efecto de manera indirecta. En un primer momento, la reacción del mercado fue refugiarse en el T Note, mientras Wall Street se desplomaba. Pero a partir del Día de la Liberación con los aranceles recíprocos, lo cambió todo para la deuda americana. “Hay indicios de que la confianza de los inversores hacia los activos estadounidenses se ha visto significativamente afectada”, según Benoit Anne, de MFS Investment Management. “El mercado de bonos de EEUU puede haber perdido, al menos temporalmente, algunas de sus legendarias características defensivas”, comenta.