El PNV ha presentado este jueves en la Plaza Nueva de Bilbao el manifiesto redactado para conmemorar la 93 edición del Aberri Eguna, celebrado por … primera vez en 1932, que será, a su vez, el primer Día de la Patria Vasca en el que Aitor Esteban intervenga como presidente del EBB e Imanol Pradales como lehendakari. La secretaria de la nueva ejecutiva jeltzale, Maitane Ipiñazar, y el burukide navarro Javier Ollo han presentado el documento, bajo el lema ‘Euskadi gara. Mundialak gara’ (‘Somos Euskadi. Somos mundiales’), y han identificado el principal reto, a su juicio, del nacionalismo vasco ante el «cambio de paradigma» y las «radicales» transformaciones en el nuevo orden mundial: «garantizar nuestra pervivencia como pueblo» y dar «pasos firmes» para que «nuestra identidad y nuestra cultura pervivan en una coyuntura especialmente complicada». «Queremos decir alto y claro que seguimos aquí como pueblo, como la nación que somos, porque llevamos construyéndolo décadas y vamos a seguir haciéndolo», han enfatizado los burukides, que han instado a «decir al mundo», en un contexto cada vez más globalizado, que «somos una nación cuya voluntad última es ser libre».
El manifiesto ahonda en esa idea, la de «seguir siendo» país y «hacernos ver entre el resto de naciones, hacernos cada día más reconocibles» en «un mundo cada vez más estrecho y en el que los colores, los matices y la diversidad van desapareciendo», arrastrados por el «cambio de ciclo en las relaciones sociales y políticas» a nivel mundial y las «fórmulas autoritarias» de los tres grandes polos (Estados Unidos, Rusia y China) «que abocan a una paulatina marginalidad al multilateralismo diseñado tras la Segunda Guerra Mundial», además de poner en cuestión «los principios democráticos y libertales», el respeto a los derechos humanos o incluso la fortaleza de las «estructuras estales» tradicionales.
«Europa necesita reinventarse y debemos estar preparados porque Europa es ya política interna», avisan los jeltzales, que instan a hacer «más pueblo y más nación» en la «realidad autonómica y foral» y «en las dinámicas aún no totalmente exploradas de una Europa de fronteras abiertas» con «el objetivo de dotarnos de los instrumentos políticos y económicos que el pueblo vasco considera adecuados». El manifiesto no se refiere expresamente al nuevo estatus ni a la reforma pendiente del Estatuto -sí al Concierto y al Convenio navarro como expresión del «saber hacer» con «nuestras propias fuerzas»- e incluso reconoce las «dificultades para reencontrarnos como país» al estar «divididos en tres ámbitos institucionales y dos Estados».
En esa «encrucijada», en la que el «puerto final al que arribar» sigue siendo «que nuestro pueblo sea plenamente dueño de su destino en igualdad con el resto de los pueblos de Europa y del mundo», el PNV se encomienda al legado de Agirre en el manifiesto de Trucíos, en pleno avance de las tropas franquistas, – «el territorio habrá sido conquistado; el alma del pueblo vasco no lo será jamás»- y se mira en el espejo de la generación del 36, con la idea de que el trabajo de construcción nacional no es una tarea inmediata o a corto plazo sino una misión «generacional» de largo alcance, una idea que Esteban ya desgranó en su discurso inaugural como líder del PNV en la Asamblea General del Atano III.
Y, en esa línea, fija las pautas a seguir en el nuevo contexto. Por ejemplo, «profundizar en nuestro modelo de políticas sociales avanzadas» y convertir la «democracia social» en «imagen de identidad vasca». También aborda el manifiesto la «integración» de los inmigrantes, el reto demográfico y recuerda a los jóvenes vascos que han decidido vivir fuera la importancia de «no perder la conexión con nuestras raíces». «El reto que corresponde afrontar a cada vasco allí donde se encuentre, trabaje o se relacione es sentirse parte de esta nación y hacer que los demás también lo sean», enfatiza el texto.
