Tamara Falcó, preocupada por Isabel Preysler, que se ha encerrado en casa llorando por Mario Vargas Llosa

Tamara Falcó, preocupada por Isabel Preysler, que se ha encerrado en casa llorando por Mario Vargas Llosa


El luto silencioso de Isabel Preysler sacude a su familia y desconcierta a la prensa del corazón. Desde que se conoció la muerte de Mario Vargas Llosa el pasado domingo 13 de abril, la madre de Tamara Falcó no ha vuelto a ser vista en público. Mientras las revistas intentan sostener la versión de una escapada vacacional por Semana Santa, la verdad es mucho más amarga: Isabel se encuentra recluida en su mansión de Puerta de Hierro, devastada emocionalmente y sin intención de salir.

La desaparición mediática de ‘la Reina de corazones’ ha encendido todas las alarmas. Su entorno más íntimo, especialmente su hija Tamara, está profundamente preocupado. Según fuentes cercanas, Isabel no para de llorar desde que supo de la muerte del Nobel. El silencio que ha impuesto no es solo una muestra de respeto: es un grito mudo de dolor, un lamento por una historia de amor que terminó entre reproches y celos, y que ahora, con la muerte, no tendrá redención posible.

Un adiós que reabre heridas pasadas y viejos resentimientos

A pesar de que su relación con Vargas Llosa acabó con un portazo mediático en diciembre de 2022, la huella del escritor en la vida de Preysler es profunda. Fueron casi ocho años de relación, viajes y galas internacionales que la consolidaron como la última musa del Premio Nobel. Pero el final no fue feliz: una ruptura inesperada, comunicada el Día de los Santos Inocentes, plagada de acusaciones de celos y tensiones familiares.

Tras aquel sonado adiós, el escritor regresó a los brazos de su prima y exesposa Patricia Llosa, con quien había celebrado sus bodas de oro justo antes de embarcarse en su aventura con Isabel. Para la socialité filipina, esa reconciliación fue una puñalada que cerró de golpe un capítulo que aún no había terminado de procesar. Ahora, con su muerte, esa situación se ha vuelto irreversible, dejándola sumida en la tristeza.

Puerta de Hierro, convertida en fortaleza de luto y aislamiento

Desde el interior de su majestuosa residencia en Puerta de Hierro, Isabel ha impuesto el silencio como única respuesta. Ni llamadas, ni visitas ni apariciones públicas. Solo sus hijos, Julio José y Ana Boyer, han logrado acercarse a ella. Tamara, que días antes compartía imágenes familiares sonrientes, ahora vive con la preocupación de ver a su madre consumida por los recuerdos. La llamada “Reina de Corazones” está reviviendo un patrón doloroso.

Primero fue Miguel Boyer en 2014, luego Carlos Falcó en 2020, ahora Mario Vargas Llosa. Tres grandes figuras, tres despedidas, y un vacío que no deja de crecer. Algunos incluso aseguran que Isabel ha manifestado sentirse perseguida por la muerte. En Perú, el escritor ha sido velado con discreción, según sus deseos. Sus hijos, junto a Patricia Llosa, cumplieron su voluntad sin protagonismos ni homenajes multitudinarios. Las cenizas del autor de La ciudad y los perros ya descansan tras una ceremonia íntima, en la que Isabel Preysler brilló por su ausencia.

Tampoco habrá actos oficiales en España, pero el verdadero homenaje se está viviendo entre las paredes de ‘Villa Meona’, donde Isabel revive, una vez más, la amarga despedida de un amor que marcó su vida y que, por más que negara en entrevistas, nunca terminó de soltar. Su silencio, esta vez, dice mucho más que cualquier exclusiva: Isabel está rota. Y Tamara Falcó no sabe cómo recomponer las piezas.



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