Un triplete de Borja Iglesias en su mejor tarde como celeste y un partido brillante, en el planteamiento y el desempeño, no bastó al Celta para llevarse de Montjuic al menos un punto que el grupo de Giráldez mereció sobradamente. Se queda el Celta con la miel en los labios después de poner durante muchos minutos contra las cuerdas en su propio terreno al intratable conjunto de Flick.
Un controvertido penalti por derribo de Yoel Lago a Dani Olmo que el árbitro no vio en el campo y sancionó luego a instancias del VAR acabó inclinando la balanza a favor de los azulgranas en el sexto minuto del descuento. Mirado con lupa, el zaguero celeste entra con fuerza a la disputa de la pelota, pero rara vez se llama al árbitro desde la sala VOR para que juzgue una jugada no del todo clara que había pasado inadvertida sobre el terreno de juego.
La acción permitió a líder llevarse una victoria que lo catapulta hacia el título de Liga y solventar un partido que tanto pudo ganar como perder, porque el Celta no jugó peor. Momentos antes de que Melero decretara la pana máxima, Mingueza perdonó el cuarto en boca de gol antes de recibir un manotazo de Szczesny en el rostro en otra acción dudosa que los jugadores del Celta reclamaron como penalti y el árbitro no concedió (ni el VAR lo llamó a capítulo) por considerar la bofetada del portero polaco residual, es decir, posterior al remate del carrilero celeste.
Tan descarnada derrota deja un poso de amargura, de rabia de ver como se escurría en el último instante un punto brillantemente trabajado sobre el verde, pero refuerza moral y futbolísticamente al conjunto de Giráldez en sus aspiraciones europeas en un final de campeonato que se adivina vibrante. En el que seguramente es el campo más complicado de LaLiga, acaso de Europa, derrochó el Celta fútbol y valentía para llevar al límite al equipo se dice que mejor fútbol practica en el continente y aspira a ganarlo todo esta temporada. Toda una inyección de moral para afrontar el duro calendario final que los celestes tienen por delante.
Sorprendió Giráldez ya desde el planteamiento inicial con un once extraño hasta para él, tan proclive al cambio. Chocó la elección de Yoel Lago para cubrir la ausencia de Starfelt (vaya partidazo que se marcó el canterano), la suplencia de Mingueza, la titularidad de Losada, el desplazamiento de Carreira al costado izquierdo, pero sobre todo la presencia de Pablo Durán como carrilero, con un esquema flexible, que mutaba de la defensa al ataque y que proporcionó al Celta muy buenos mimbres para atacar la espalda de la adelantada zaga azulgrana.
Y eso que muy pronto tuvo que navegar contracorriente el grupo de Giráldez. A la primera de cambio, Ferrán ganó la línea de tres cuartos, se deshizo de Marcos Alonso con un raudo movimiento y descerrajó un tiro cruzado desde la media luna que hizo inservible la estirada de Guaita (minuto 12).
La cosa no pintaba bien para el Celta, que sacó fuerzas de flaqueza y no tardó más de tres minutos en aprovechar el primer error defensivo de los de Flick para empatar el partido. Yoel Lago ganó en defensa un balón por alto, Marcos Alonso cambió la orientación del juego al costado de Pablo Durán, que ganó la espalda a Gerad Martín y sirvió con un espléndido pase al cogollo del área azulgrana. Szcznesy midió mal la salida y la pelota le llegó mansa a Borja Iglesias, que solo tuvo que empujarla contra la red para firmar el primero de los tres de la tarde.
Los nervios afloraron en el Barça frente a un Celta que, pese a ceder el balón, tiró de verticalidad para poner en aprietos a Szczesny. El portero polaco tapó con la bota otro disparo de Borja, que cortejó el segundo tras recibir a la contra otro gran pase de Pablo Durán.
El partido entró entonces en un intercambio de golpes en el que, de nuevo, estuvo el Celta más cerca que el Barça del gol. Raphinha remató sobre el travesaño un centro al área celeste y Szczesny atrapó con seguridad otro tiro de Borja antes de que, primero Ilaix, tras robarle la cartera a Cubarsí y conducir la pelota hasta plantarse frente al portero, y luego Iker Losada, estrellando el rechace contra el cuerpo del polaco, malograsen una oportunidad inmejorable.
No cejó el Celta tras el intermedio en su empeño de buscar la espalda de la defensa azulgrana. Durán puso de nuevo a prueba los reflejos de Szczesny antes de que Borja anotase el segundo aprovechando un malentendido entre De Jong e Íñigo Martínez para plantarse de nuevo ante el polaco y batirlo con un tiro espectacular, cruzando con fuerza la pelota lejos del alcance del portero. Comenzaba el Barça a hacer aguas, con un Celta cada vez más cómodo con la hoja de ruta trazada por Giráldez. Y antes de que los de Flick pudiesen reponerse del golpe, llegó el tercero del santiagués. Un despeje de Carreira cayó sin dueño al campo del Barça y Borja, arrancando desde cancha propia, se hizo con la pelota y galopó en solitario hasta el portal de Szczesny para superar al polaco con un sutil disparo.
El camino de la victoria parecía despejarse para el Celta ante un rival cada vez más desorientado y frágil a la hora de vigilar sus espaldas. Pero este Barça es mucho Barça y, con media hora todavía por delante, dos goles no son ni mucho menos una desventaja insalvable para los de Hansi Flick.
Bastó un golpe de lucidez para que los azulgranas se metiesen de nuevo en el partido. Dani Olmo, que tras el intermedio había suplido a Fermín, recortó distancias alojando en la red un pase sutilmente filtrado al área por Raphinha tras un balón robado por Lewandowsky en una triangulación letal.El tanto despertó a la fiera. El Barça olfateó la sangre y aprovechó el desconcierto en las filas célticas para golpear de nuevo tres minutos después, esta vez con un magnífico centro de Lamine Yamal, al área chica que Raphinha remachó contra las mallas con un certero testarazo.
Por un instante, el Celta pareció entrar en pánico. El Barça había entrado en modo vendaval, pero los celestes fueron achicando el peligro hasta templar los nervios para meterse de nuevo en el partido. El conjunto celeste no perdió el orden ni los nervios y fue cerrando huecos sin perder de vista la posibilidad de lanzar el contragolpe. Antes de ser relevado por Fer López, Pablo Durán corrió en busca de la portería rival perseguido por Íñigo Martínez, que lo agarró antes de perder la pelota. Ni el árbitro, ni el VAR consideraron que el agarrón fue suficientemente intenso para pitar una falta que habría supuesto la expulsión con roja directa del defensa vasco. Al tomiñés le sobró gallardía para buscar el gol y le faltó quizás picardía para irse al suelo.
Ya en el sexto minuto de descuento, cuando el choque parecía encaminado al empate, sí consideró el VAR que debía revisar un leve agarrón de Yoel Lago a Dani Olmo del que Melero no se había percatado. El árbitro sancionó la pena máxima y Raphinha ya no perdonó para culminar una remontada que acerca al Barça al título y deja al Celta apesadumbrado, pero con sensación de haber dado otro paso al frente en el camino que conduce a Europa.
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