El papa Francisco ha fallecido este lunes a los 88 años, tras más de un mes convaleciente y después de haber sufrido un ictus. El funeral del pontífice se celebrará el sábado 26 de abril en la plaza de San Pedro del Vaticano; será un funeral “austero” y sencillo, como “el de un pastor y no el de un poderoso”, por petición expresa del argentino. La misa la presidirá el decano del Colegio Cardenalicio, Giovanni Battista Re, y durante los nueve días posteriores al funeral, conocidos como novendiales, se celebrarán liturgias diarias en sufragio de su alma.
La Santa Sede aprovechará ese tiempo para organizar el futuro cónclave: una reunión en la que los cardenales con derecho a voto eligen a puerta cerrada un sucesor. Este encuentro todavía no tiene fecha oficial y puede alargarse durante varios días, hasta que la fumata blanca salga por la chimenea de la Capilla Sixtina. ¿Qué sacerdotes pueden participar en el cónclave? ¿Cuántos españoles tienen derecho a voto? ¿Puede salir elegido alguno de ellos?
Las incógnitas estos días son infinitas y algunas no tienen respuesta. El proceso de elección papal es sumamente detallado y estricto, habiendo experimentado varios cambios a lo largo de los últimos siglos. Lo primero es certificar la muerte del pontífice y sellar su habitación, tareas que recaen sobre el camarlengo, Kevin Joseph Farrell. El irlandés será también quien gestione el Vaticano durante la llamada Sede Vacante, es decir, los días o semanas que puedan faltar hasta la elección del sucesor de Francisco.
El cónclave arranca con la frase “Extra omnes” –en español, fuera todos– y se celebra entre 15 y 20 días después de la muerte del papa. Los cardenales de todo el mundo se reúnen en la Capilla Sixtina, en el Vaticano, para elegir a su sucesor. Durante el cónclave los religiosos están aislados para evitar influencias externas y duermen en una residencia dentro del propio enclave, la llamada Casa de Santa Marta.
La cuestión tiene sus matices: no todos los cardenales pueden votar para elegir al nuevo pontífice; sólo pueden participar en el encuentro los que tienen menos de 80 años antes del inicio del cónclave. Eso sí, los octogenarios pueden asistir a las congregaciones generales que realizan los cardenales desde su llegada a Roma, donde debaten sobre asuntos eclesiásticos y comparten las características que, según ellos, debe tener el futuro papado.
Los 135 cardenales de 71 países distintos que elegirán al sucesor de Francisco forman un grupo heterogéneo y sin una idea común sobre el futuro de la Iglesia. España tiene 13 representantes en el colegio cardenalicio, pero sólo cinco podrán acceder a la Capilla Sixtina. Los otros ocho tienen más de 80 años.
Los cinco que tienen derecho a participar en el cónclave son Juan José Omella, arzobispo de Barcelona; Carlos Osoro, arzobispo emérito de Madrid; José Cobo, arzobispo de Madrid; Ángel Fernández Artime, rector de los salesianos; y Antonio Cañizares, arzobispo emérito de València. Osoro, no obstante, cumple los 80 el 16 de mayo. Si el cónclave arranca finalmente más tarde de esa fecha, quedaría fuera de la Capilla Sixtina.
Cuántos papas españoles ha habido en la historia
Los cinco cardenales pueden ser papables y salir tras la fumata blanca al balcón de la plaza de San Pedro. Lo mismo ocurre con los otros ocho que integran el colegio cardenalicio: existe la posibilidad de que salgan elegidos pese a no participar en las votaciones. Cualquiera de las dos cuestiones, no obstante, parece poco probable. El propio Omella se ha autodescartado como futuro pontífice y ha dejado claro que las quinielas nunca aciertan; de hecho, ha vuelto a tirar de la máxima “quien entra al cónclave como papa sale cardenal”; un viejo refrán italiano que advierte de la suerte que corren quienes asisten al encuentro pensando que ellos serán los elegidos.
Si alguno de ellos saliera finalmente elegido, no sería el primer pontífice de nacionalidad española. Francia, Italia y Alemania han tenido históricamente mucho peso en el Vaticano. España, sin embargo, también ha tenido sus papas. Eso sí, tenemos que remontarnos casi veinte siglos atrás. Dámaso I fue la máxima autoridad eclesiástica entre los años 366 y 384. El religioso, natural de Gallaecia –actual Galicia–, fue clave para la consolidación del cristianismo en Occidente.
El siguiente en pasar por el cargo fue Calixto III, natural del reino de València. Este papado se extendió entre 1455 y 1458, tres años en los que intentó enfrentar a los cristianos con los turcos y consolidó el poder de su familia. Alejandro VI, de hecho, asumió el trono de San Pedro en 1492. De la misma dinastía que Calixto III, llevó la corrupción y el nepotismo al Vaticano. En la historia reciente y sobre todo en los últimos cien años, ningún cardenal español ha logrado salir del cónclave con el anillo del pescador, característico de los papas que asumen el cargo.