Las ironías que devoraron al Madrid en la final de la histeria arbitral (con un magnífico arbitraje)

Las ironías que devoraron al Madrid en la final de la histeria arbitral (con un magnífico arbitraje)


Sólo uno puede quedar campeón y el Barça resistió más. La Copa del rey coronó el proyecto de Hansi Flick, que tiene un mes por delante para conquistar un triplete que ya consiguió en el Bayern de Múnich. Los culés se marchan de Sevilla con el chute emocional de ganar una Copa del Rey al máximo rival —pese a los problemas que el equipo lleva arrastrando en las últimas semanas—, mientras que el Real Madrid es preso de la ironía: consiguió someter al Barça por primera vez en todo al año… y no fue suficiente para alcanzar un título que habría mitigado la temporada.

Carlo Ancelotti es el nombre propio. La ironía, una vez más, se apoderó de él. El hombre que nunca arriesga con los cambios, que siempre espera al minuto 70, revolucionó el encuentro en la segunda mitad. Su equipo pasó de ser vapuleado en gran parte de los primeros 45 minutos a conseguir empequeñecer al Barça de Raphinha, Yamal y Pedri. Pocos lo han conseguido este año.

Foto: Pedri marcó el primer gol del partido. (Reuters/Borja Suárez)

Kylian Mbappé al descanso —señalado, señaladísimo, queda Rodrygo, desaparecido en el tramo final del curso—, Arda Güler y Luka Modric pocos minutos después. La revolución de Ancelotti funcionó. El resultado fueron los mejores minutos de fútbol que se recuerdan al Real Madrid en los últimos dos meses. Intensidad y vértigo arriba. Remontó el partido y olió la sangre. Mbappé se crecía y trataba de activiar a Vinícius, inoperante. El Madrid no supo gestionar la superioridad, materializar las ocasiones, y el ejercicio de resistencia del Barça tuvo premio.

El rey entrega el trofeo al Barça. (EFE/ Raúl Caro)

El jovencísimo mediapunta turco le demostró a Carletto que no se equivocaba apostando por él en un Clásico de final. Junto a los galones de Jude Bellingham, fue el hombre más acertado a la hora de sacar a relucir talento.

Las ironías no acababan ahí: el eternamente cuestionado Tchouaméni, cargado de amarilla desde bien temprano, se transformó en coloso como pivote; Modric ,después de brillar como antaño, acabaría entregando un tímido balón a Brahim que desembocó en el gol final de Koundé; Courtois paró lo más difícil, para luego equivocarse en el tanto de Ferran Torres; y De Burgos Bengoetxea y González Fuertes, árbitro y árbitro de VAR de la final, tuvieron una actuación destacada para poner punto final al fin de semana de la histeria arbitral (pero, cuidado, todavía queda tela que cortar en esta guerra).

De Burgos estuvo a la altura

Era un partido durísimo para De Burgos Bengoetxea y su equipo de videoarbitraje. Las lágrimas del árbitro principal y, especialmente, las palabras del hombre VAR (“tomaremos medidas”) justo antes de dirigir una final con el Real Madrid como aspirante no tuvieron el mejor timing posible. Lo de González Fuertes se entendió como una amenaza —como mínimo, unas declaraciones torpes en mitad del clima hostil por los infames vídeos de RMTV. La queja era lícita, el momento, inapropiado— y el club blanco hizo lo que acostumbra a hacer en los últimos tiempos: sofocar incendios con gasolina.

Todo ardió y 26.000 madridistas con entrada, desplazamiento y alojamientos varios para Sevilla se enteraron de que el Real Madrid se planteaba no presentarse a la final. Algo, por mucho que el comunicado del club blanco lo señalase como “rumores”, confirmado por las firmas más afines a Florentino Pérez de los medios nacionales. Una vuelca de tuerca más. Finalmente, y tras la intervención de CSD, RFEF y demás actores secundarios, el sentido común se impuso.

Foto: Florentino Pérez, máximo responsable del Real Madrid. (Reuters/Juan Medina)

El Madrid mostró su rechazo por las declaraciones y se preparó para lo peor en La Cartuja. Se temía una encerrona, mientras el Barça (y el Atlético de Madrid) acusaban al club blanco de hostigar en busca de un arbitraje favorable. Por cierto, no solo desde el Santiago Bernabéu se expresa enfado con el colectivo arbitral, son muchos los equipos profesionales que no entienden las decisiones y las actuaciones de esta temporada.

Y, caprichoso es el destino, más aún en el fútbol, De Burgos Bengoetxea y González Fuertes realizaron una gran actuación con los silbatos. Fue un partido complicadísimo, con muchísimas jugadas grises, pero que el árbitro principal siempre tuvo bajo control. Hubo, por supuesto, polémica. Una mano de Valverde en el área blanca fue correctamente interpretada como involuntaria, atendiendo al protocolo actual.

La otra acción caliente estuvo en el penalti señalado por De Burgos ante una entrada de Raúl Asencio a Raphinha. El videoarbitraje probó que, pese a que existiera un mínimo contacto, el salto del brasileño confirmaba un piscinazo. Al finalizar el encuentro, el Madrid acabó por tres expulsados. Rüdiger, por lanzamiento de objetos, Lucas Vázquez y Bellingham por protestas.

Ancelotti, más cerca del adiós

“De los árbitros no voy a hablar”, sentenció Ancelotti, quien, esta vez, no quiso ser ariete del Madrid en la guerra arbitral. Tenía motivos para ello. El técnico italiano vive muchos días de máxima tensión en el banquillo, probablemente, sus últimas jornadas como entrenador blanco. Pese a la buena imagen ofrecida en la final de Copa del Rey, solo una épica remontada en LaLiga generaría debate.

Ancelotti, cabizbajo tras la derrota. (EFE/Raúl Caro)

El Real Madrid esperará la resolución del titulo liguero, pero es evidente que se trabajaba en un cambio de entrenador con Xabi Alonso como máximo candidato a regresar al club, esta vez para ocupar el banquillo. “Puedo seguir, puedo parar, pero es un tema para las próximas semanas, no para esta noche”, se limitó a señalar Carletto sobre su futuro.

Foto: Rüdiger lanzó un hielo al árbitro. (AFP7)

El día en que el italiano abandone el club, una enorme parte de la historia madridista se irá en su maleta, repleta de trofeos. La final de Copa, para más ironía, dejó un espejismo de lo que podría haber llegado a ser este Real Madrid 2024/25. Quedan cinco jornadas de LaLiga, otro Clásico y cuatro puntos de diferencia. El esprint no ha terminado, pero el golpe de La Cartuja es de difícil digestión.



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