La final de la Copa del Rey fue tan bonita y emocionante en términos futbolísticos que por suerte consiguió eclipsar tanto el sainete previo como el bochorno posterior. Y mira que era complicado.
El encuentro arrancó como más o menos esperábamos. El Barça ponía el juego, los aciertos, las ideas y las ganas, y el Real Madrid… lo intentaba. Es verdad que ni Lamine Yamal ni sobre todo Raphinha parecían muy inspirados, pero el Barça tenía al que, según Jürgen Klopp, es el mejor mediapunta del mundo: la presión. Esa presión marca de la casa que hace estragos por cómo el Barça desordena al sistema defensivo contrario y que termina ahogando al rival por cómo interpretan los defensas la línea adelantada. Lo de Pau Cubarsí, en concreto, me pareció
una exhibición brutal de fundamentos defensivos. La manera en la que se perfila, acompasa la carrera y anticipa con un timing perfecto los pases es una muestra de cómo para este Barça quizás lo más arriesgado sea no arriesgar.
Un gol de Koundé en el 116′ de la prórroga le da la Copa del Rey al Barcelona
En este contexto parecía cuestión de tiempo que llegará el gol de los de Flick y con éste el principio del final. Y el gol llegó, por supuesto tras una anticipación de Cubarsí. Pero al contrario de lo que imaginábamos no supuso el principio del final, sino que más bien fue el comienzo de la final.
Nada más encajar el 1-0 el Real Madrid dio un paso adelante muy significativo. Se soltó los miedos, las dudas y las inseguridades y comenzó a morder, comenzó a rascar, comenzó a transmitir que lo que pasaba le importaba… Comenzó a demostrar el equipo que podía ser pero que ya no será, al menos esta temporada. Primero igualó la contienda, luego comenzó a superar al Barça y finalmente le aturdió lo suficiente como para que cayera en su juego. La entrada de Mbappé le dio colmillo al equipo y la de Arda Guler y Luka Modric le dio sentido con balón. Fede Valverde y Tchouameni sostenían una propuesta tremendamente agresiva, propia de quien sabe que quien no arriesga no gana. Y desde luego cerca estuvo de hacerlo, sobre todo gracias a un Jude Bellingham que se erigió en el verdadero líder futbolístico y emocional que necesita el Real Madrid.
De Jong, junto a Bellingham, en uno de los Clásicos de esta temporada.
Que fuera Thibaut Courtois quien fallara en el momento en el que no se podía fallar pareció un crudo castigo del fútbol por todas aquellas noches donde el único que estuvo fue el portero belga. Que Antonio Rudiger tuviera que jugar lesionado buena parte de la final y no pudiera controlar a Ferran ya no es cosa del fútbol, sino de una deficiente planificación deportiva que sigue considerando que fichar un central es un lujo innecesario.
Entre el gol de Ferran y los ajustes de Flick, que de nuevo fueron quirúrgicos, el Barça logró reajustar lo que estaba pasando
gracias al chute de energía de Araujo, Fermín y Gavi. Lo que quedaba ya sería igualado. Ya no podía aspirar al nivel de dominio de los partidos anteriores. Pero el FC Barcelona lo asumió, demostrando que este equipo juega mucho, pero que también compite una barbaridad.
Jules Koundé
La Final estaba para héroes inesperados, y éste fue el caso del lateral que quería ser central. Jules Koundé ya estaba completando un partido fantástico. Primero secó a un desacertado Vinicius Junior, luego cerró el área para impedir que el héroe de la final fuera Bellingham a pase de Guler y finalmente se anticipó a Brahim para enseñarle aquello de que “quien espera, desespera”. Pero lo que le convirtió en el héroe de la noche fue ese zapatazo cruzado que recoge el testigo de la carrera de Bale ante Bartra como imagen icónica de los Clásicos en las finales de Copa.
El Barça no jugó su mejor partido. Varias de sus individualidades estuvieron lejos de su mejor nivel. Y por momentos le tocó sufrir ante un Real Madrid que por fin estuvo a la altura. Pero aun así ganó. Pasaron muchas cosas de las que suelen pasar cuando terminas perdiendo un partido así de importante. Y aun así lo ganó. Creo que no hay lectura que mejor describa a un equipo con juego, alma y mentalidad de campeón
que ya ha ganado la Supercopa y la Copa del Rey. Creo que no hay mejor lectura que sirva de aval para cerrar el título de Liga y seguir soñando con la sexta Copa de Europa.