Danza con las máquinas: redefinir el trabajo con la inteligencia artificial – Abrapalabra – Opinión

Danza con las máquinas: redefinir el trabajo con la inteligencia artificial – Abrapalabra – Opinión


La inteligencia artificial (IA) ya no es ciencia ficción: escribe textos, diagnostica enfermedades y maneja autos.

Pero su presencia en el trabajo humano despierta una pregunta inquietante: ¿nos reemplazará o nos transformará?

La IA está revolucionando el mercado laboral.

Un informe del Foro Económico Mundial elaborado en 2023 estima que para 2027, el 43% de las tareas globales podrían automatizarse.

Desde robots en fábricas hasta algoritmos que redactan contratos, los trabajos repetitivos están desapareciendo.

Imitación de voces casi como naturales, una IA que aprende a hacer periodismo y generan noticias en décimas de segundo.

En transporte, vehículos autónomos amenazan a los conductores.

Sin embargo, la IA también crea empleos: ingenieros de datos y especialistas en ética de IA son roles nuevos, y profesiones como la medicina o la educación se enriquecen con herramientas que mejoran diagnósticos o personalizan clases.

No todos salen ganando. Los trabajos de baja calificación, como operarios o cajeros, son los más vulnerables, con un 14% de empleos en riesgo según la OCDE.

En cambio, roles que demandan creatividad o empatía —artistas, terapeutas— resisten mejor.

Pero incluso profesiones técnicas no están a salvo: la IA ya audita cuentas con menos errores que los humanos.

Esta desigualdad agranda la brecha: quienes acceden a educación tecnológica se adaptan; los que no, quedan atrás, especialmente en países en desarrollo.

La IA también plantea dudas éticas. ¿Qué pasa si un algoritmo sesgado rechaza a una candidata por su género? ¿O si dependemos tanto de la IA que perdemos habilidades, como médicos que ya no interpretan síntomas sin máquinas?

Hay un riesgo de deshumanización: en almacenes, algoritmos miden cada segundo de trabajo, reduciendo a los humanos a números.

La filósofa Hannah Arendt alertaba sobre la alienación en sistemas mecanizados; hoy, su advertencia cobra vida.

Entonces, ¿cuál es la relación ideal con la IA? No se trata de rechazarla ni de rendirnos a ella, sino de colaborar. Primero, necesitamos educación masiva en habilidades digitales, como hace Finlandia con cursos gratuitos de IA.

Segundo, urge una regulación ética: la Ley de IA de la UE de 2024, que audita sistemas de alto riesgo, es un paso adelante.

Tercero, debemos poner el humanismo en el centro, valorando lo que nos hace únicos: la empatía, la creatividad, la capacidad de inspirar.

La IA no es el enemigo, pero su impacto depende de nosotros. Si diseñamos un futuro donde amplifique nuestras fortalezas, ganaremos todos.

Si no, corremos el riesgo de bailar al ritmo de las máquinas, olvidando qué nos hace humanos. La elección es nuestra.

PD. Este columna contó con la ayuda de la Inteligencia Artificial. 



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