El giro estratégico de la OPEP+

El giro estratégico de la OPEP+


El cartel petrolero ha vuelto a sorprender al acelerar el ritmo al que irá aumentando su producción. Aduce argumentos sobre oferta, demanda e inventarios que resultan discutibles cuando se cierne sobre la economía mundial la amenaza de una desaceleración por la guerra comercial, lo que hace sospechar que está motivado por factores geopolíticos. En cualquier caso, se acentuará el exceso de oferta en el mercado energético y los precios seguirán deprimidos. Buenas noticias para nuestros bolsillos y para el conjunto de la economía, pero un entorno complicado para las petroleras cotizadas, que ven limitado su margen para seguir retribuyendo tan generosamente a sus accionistas.

Este fin de semana los ocho países que acometieron los recortes voluntarios de cuotas en 2024 han decidido aumentarlas en 411.000 barriles diarios a partir de junio. Sumados a los incrementos de hace dos meses, supone devolver al mercado casi la mitad de los 2,2 millones que retiraron el año pasado. El comunicado menciona una mejora de los fundamentales de un mercado que califica de “saludable”, con una demanda robusta y bajos inventarios.

Sin embargo, la realidad parece bastante distinta. El consumo en Asia viene en parte explicado por la acumulación de stocks en China aprovechando los precios bajos, y por el mayor tráfico naviero para aprovisionarse antes de la entrada en vigor de los aranceles de EEUU, y aun así sigue por debajo de su nivel de 2024. Con la perspectiva de que la guerra comercial debilite la demanda en los próximos meses, el excedente global podría elevarse por encima del millón de barriles diarios en 2026, por lo que es probable que el barril de Brent se mantenga en la parte baja del rango reciente, e incluso que se instale temporalmente por debajo de los 60 dólares.

Pero más allá de este diagnóstico formal, se puede elucubrar también sobre las intenciones que subyacen en estos movimientos liderados por Arabia Saudí. La primera es que podría estar buscando forzar el cumplimiento de las cuotas por los países disidentes -como Kazajistán- castigándolos con precios más bajos sin necesidad de sanciones formales. Tampoco puede descartarse un cálculo geopolítico. Un crudo más barato puede ayudar a Trump a cumplir su promesa de abaratar la energía, reforzando su alianza estratégica con los países miembros del Consejo de Cooperación del Golfo Pérsico, y perjudicando a Irán.

Con una perspectiva de política interna en EEUU, una gasolina más barata contrarrestaría en parte el efecto inflacionista de los aranceles, quizás dando más margen a la Reserva Federal para rebajar sus tipos. Y en el tablero geoestratégico, tiene sentido que los países con los costes de extracción más bajos se confabulen para reducir la competencia futura haciendo menos rentables los proyectos en alta mar en Sudamérica y África, que requieren enormes inversiones y largos periodos de maduración.

De todo esto nos beneficiaremos los consumidores, y atenúa algo el riesgo de una desaceleración abrupta de la economía mundial. Pero son malas noticias para las petroleras cotizadas, el peor sector global en los últimos 12 meses y que se ha quedado muy rezagado en el rebote bursátil tras el desplome de principios de abril. Los motivos son evidentes: rebaja de las expectativas de beneficios, menor generación de caja libre y riesgo de que tengan que recortar sus programas de recompras de acciones, e incluso sus generosos dividendos. Todo esto refuerza nuestra decisión de hace unos meses de bajar la ponderación del sector a Neutral, anticipando un entorno menos favorable y de mayor volatilidad.

En definitiva, el núcleo duro de la OPEP+ ha entrado de lleno en el tablero geopolítico, tomando partido implícitamente por su aliado estadounidense. A corto plazo, supone además una fuerza desinflacionista y un cierto colchón para la actividad económica en un contexto de gran incertidumbre. Pero corta las alas, al menos temporalmente, al sector bursátil más barato y que más estaba remunerando a sus accionistas. El núcleo duro de la OPEP+ parece primar ahora defender su cuota de mercado a costa de deprimir los precios de la energía, en un movimiento con evidentes derivadas geopolíticas.

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