Corrían los últimos días de agosto de 2012, cuando el Real Madrid emitía un comunicado oficial: Luka Modric era nuevo jugador del club blanco. El croata, que llevaba varias temporadas dando lecciones de fútbol en la Premier, recalaba en el conjunto de Concha Espina por petición expresa de José Mourinho, pues era un futbolista que encajaba a la perfección en su idea de juego. Pero la afición mostraba cierta reticencia: ese perfil estaba cubierto por jugadores de renombre.
El Madrid había desembolsado 42 millones para hacerse con sus servicios, un jugador brillante en la mediapunta donde ya había otros jugadores como Mesut Özil o Kaká. Pero Mourinho no le quería ahí, sino de mediocentro, algo que también desconcertaba: Xabi Alonso, Michael Essien, Casemiro, Lass Diarra o Sami Khedira ya habían mostrado de lo que eran capaces. Cómo encajaría un jugador como Modric en el equipo era una incógnita. ¿Era un acierto ficharle?
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Rubén Rodríguez
Responder a esa pregunta 13 años después es una verdadera herejía, pues Modric ha demostrado con creces que Mou no se equivocaba lo más mínimo con él. Ese futbolista casi especializado en el último pase, comenzó a trabajar para ser un mediocampista puro. Durante los primeros compases de esa temporada inicial, era un habitual del banquillo, ganando minutos con el paso de los partidos. Empezó a entrar como titular, pero no terminaba de encontrar el ritmo adecuado.
Pero, lejos de bajar los brazos, Modric comenzó a trabajar más fuerte. Ganó músculo, entendió que debía de poner toda su energía sobre el césped en cada acción y, sobre todo, que nunca se podía dar un balón por perdido. Y sería varios meses después, el 5 de marzo de 2013, cuando se ganó el corazón del madridismo para siempre. Fue en Old Trafford cuando la afición del Madrid descubrió quién era Luka de verdad y lo que era capaz de ofrecer. Y cambió la historia para siempre.
Los blancos se medían en octavos de la Champions a un United con el que habían empatado a uno en la ida. Un autogol de Ramos nada más comenzar la segunda parte, ponía al Madrid contra las cuerdas y Mourinho lo tuvo claro: era el momento de Modric. Solo necesitó seis minutos sobre el césped para cambiar el partido: recogió un balón en la frontal y, con una rosca imparable, se inventaba un monumental derechazo para, tras pegar en el palo, batir a David de Gea.
Ese gol cambió el partido y, un posterior gol de Cristiano, daba la clasificación al Madrid a cuartos. Pero más importante que eso fue lo que sucedió con Modric: en la escasa media hora que estuvo sobre el césped, dio una lección de fútbol, calidad y clase que enamoró a la parroquia blanca. Desde ese día, el croata se convirtió en una pieza clave del Madrid que, junto a Casemiro y el fichaje de Toni Kroos solo unos meses más tarde, formaron el mejor medio del campo de la historia del fútbol.
Tres Champions seguidas, cuatro en cinco años y un total de seis vestido de blanco, le llevaron a ser un jugador único en la historia. Calidad al servicio del equipo, lucha incansable, inteligencia para leer siempre la mejor jugada, mucho gol y un exterior de leyenda, convirtieron a Modric en un mito. Aquel córner a Ramos en Lisboa, el pase de exterior a Rodrygo, o los robos a Messi en 2022 y a Pavlovic en 2024 ya son parte de la historia blanca. La misma de un jugador que nunca se rindió.
Una carrera tan dilatada, excelsa y llena de títulos no podía acabar sin el merecido homenaje del Bernabéu. Modric todavía jugará el Mundial de Clubes con el Real Madrid, pero nunca más volverá a pisar el feudo blanco como jugador madridista. Visiblemente emocionado, el croata se despedía del equipo que cambió su vida y en el que dejó sus mejores años de fútbol. Luka hizo más grande al Madrid y, el Madrid, hizo más grande a Luka. Por eso, nunca nadie olvidará al balcánico.
Trece años después de aquel fichaje, Modric deja el Madrid como el futbolista con más títulos de la historia del club, con 28 en su haber, además de aquel Balón de Oro que rompió la alternancia histórica entre Cristiano y Messi. Este sábado, el Bernabéu le dio su más que merecido homenaje a ese jugador que cambió la historia: aquel así gana el Madrid a voz en grito tras remontar al PSG, llegó a todos los corazones blancos. Por todo eso, y mucho más, Modric es una leyenda.
Corrían los últimos días de agosto de 2012, cuando el Real Madrid emitía un comunicado oficial: Luka Modric era nuevo jugador del club blanco. El croata, que llevaba varias temporadas dando lecciones de fútbol en la Premier, recalaba en el conjunto de Concha Espina por petición expresa de José Mourinho, pues era un futbolista que encajaba a la perfección en su idea de juego. Pero la afición mostraba cierta reticencia: ese perfil estaba cubierto por jugadores de renombre.