
Lewy batió a Gazzaniga con este espectacular remate / Valentí Enrich / SPO
El Barça se sigue quitando rivales de en medio como quien se aparta las moscas de la cara. El Girona ofreció una resistencia digna, pero salió aplastado como todos. El Barça marca de cuatro en cuatro, y es el equipo que más golea porque es el que mejor se lo pasa. Tiene al jugador más en forma del mundo (Lamine), a los dos mejores goleadores en Liga y Champions (Lewandowski y Raphinha), al centrocampista del momento (Pedri) y probablemente al central más fiable (Iñigo). Todo este caudal irresistible de juego es ahora mismo una riada que desborda a cualquier rival: el Girona aguantó durante algo más de una hora pero terminó sucumbiendo sin remedio ante la imparable energía que desprende este equipo.
La masa culé asiste entre feliz e incrédula a la increíble resurrección de este equipo, y se debate entre la euforia que hacía años que no experimentaba y una prudencia enfermiza, como si temiera alguna fatalidad que pueda romper el hechizo. Sin grada de animación, da la sensación de que el equipo se lo cree bastante más que la afición y que Lamine y compañía, en ambición, energía y fe van un paso por delante de la grada, que a veces parece acudir a Montjuïc con el freno de mano puesto.
Tiempo habrá para estudiar la espectacular metamorfosis que ha transformado este equipo, en el que adolescentes sin carnet de conducir y futbolistas desahuciados o semijubilados que vagaban sin rumbo hace escasos meses han pasado a convertirse en tiempo récord en estrellas mundiales que actúan solidariamente y luchan al unísono por todos los títulos colectivos e individuales a la vez, incluidos el Balón o la Bota de Oro.
El Barça es el club más ciclotímico y esquizofrénico de todos los que habitan bajo la bóveda celeste, pero el viaje actual del infierno al cielo promete ser el más fulgurante, sorprendente y excitante de su ya de por sí loca historia. De ahí que el culé, consciente de los altibajos y traumas de su pasado, asista a este nuevo milagro de la primavera con un punto todavía de escepticismo autoimpuesto. Sin embargo, ni siquiera el más incrédulo de los socios puede resistirse a empezar a hacer las primeras quinielas. Y aunque la palabra triplete es todavía un tabú, ya hay quien empieza a preguntarse cuál es el escenario de mínimos de este equipazo.
¿Firma alguien ganar solamente uno de los tres títulos? ¿Algún osado entregaría la Champions a cambio de asegurar la Liga? ¿Estamos todos de acuerdo que ganar solamente la Liga en el primer año de un cambio de proyecto, y con este juego rutilante, sería en cualquier caso un gran balance? ¿Cuál es, en definitiva, el nivel de exigencia con este equipo? Eso sí, mientras el culé se hace preguntas ilusionantes e impensables hasta hace muy poco, los chicos de Flick prefieren las respuestas certeras, en el campo, y de cuatro en cuatro. Como es tradición en can Barça, el equipo tira de la gente, y no al revés.