Uno de los grandes problemas que está dejando el uso de los productos derivados del petróleo como fuente de energía es la producción de los gases de efecto invernadero. Sin embargo, la transición no acabará con los coches de combustión, y la clave de esto se encuentra en aprovechar lo que hay en el tubo de escape.
Los investigadores usan el calor para generar energía
Muchos estudios están buscando nuevas fuentes energéticas limpias que sean eficientes y amables con el medio ambiente, y que permitan mantener la actividad industrial y el transporte. Hasta ahora se han presentado varias, como la electrificación de los coches, pero aun no se ha podido masificar su uso.
Un grupo de investigadores creó un generador termoeléctrico que transforma los vapores de los tubos de escape de helicópteros y coches de combustión interna en corriente eléctrica. Esto mejora el uso de los combustibles fósiles, porque los vehículos usan una cuarta parte de su energía y el resto se pierde como calor.
El tubo de escape permite obtener energía eléctrica
Uno de los principales emisores de gases de efecto invernadero son los vehículos de combustión interna que usan productos derivados del petróleo como fuente de energía. Se ha tratado de usar otras clases de combustibles menos contaminantes para su funcionamiento, pero resultan caros y poco eficientes.
Otro de los inconvenientes del empleo de los combustibles fósiles es que los coches no usan el 100% de su potencial, sino que apenas consumen una cuarta parte, mientras que el resto se desperdicia en forma de gases y calor que salen por el tubo de escape. Esta falta de eficiencia produce una gran contaminación.
Sin embargo, hubo quienes reconocieron las posibilidades que podía ofrecer ese calor liberado por la combustión para la creación de mecanismos que lo transformen en electricidad (de hecho, Renalut ha resucitado el motor de combustión interna que genera poco CO2 y si bastante calor con ese combustible).
Por eso un grupo de investigadores de la Universidad Estatal de Pensilvania decidió realizar un diseño que resultara más manejable, de menor tamaño y ligero. Su generador termoeléctrico tiene un aparato que capta el calor, como el de los aires acondicionados, y un semiconductor de telururo de bismuto.
Y para que la producción de electricidad sea más eficiente, cuenta con un disipador térmico que incrementa el diferencial de temperatura en ambos lados del elemento semiconductor. Esto constituye una posibilidad real para optimizar los motores de los vehículos y disminuir su consumo de combustible.
Con este sistema se va a tener la posibilidad real de reducir en gran medida el daño que los motores de combustión interna pueden llegar a causar al medio ambiente. Y su uso podría ser la clave para la descarbonización del transporte, así como también para que la transición energética ocurra sin mayores complicaciones.
Un transformador termoeléctrico compacto se adapta al tubo de escape
Los generadores termoeléctricos usan los diferenciales de temperatura para transformar el calor en corriente eléctrica. Pero su inconveniente es que hasta ahora eran muy complejos y voluminosos, por eso unos científicos inventaron uno de tamaño y peso adecuados, para adaptarse a diferentes tipos de vehículos.
En las pruebas realizadas en coches, se obtuvo una producción máxima de 56 W, mientras que en los helicópteros se llegó 146 W. Hay que resaltar que estos generadores se adaptan fácilmente a los tubos de escape, y van a disminuir las emisiones de gases y de calor que ahora servirán para generar energía.
En conclusión, los coches que funcionan con combustión interna solo aprovechan una cuarta parte del potencial que ofrece el combustible, y el resto se pierde por el tubo de escape. Unos científicos crearon un generador termoeléctrico compacto y ligero (similar a este que es imposible y que tiene emisiones de CO2 reducidas).