Las dudas que deja el acuerdo entre Israel y Hamás para acabar con el conflicto en Gaza

Según el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, lo acordado por Israel y Hamás tras meses de negociaciones “detendrá los combates en Gaza, aumentará la tan necesaria ayuda humanitaria a los civiles palestinos y reunirá a los rehenes con sus familias tras más de 15 meses de cautiverio”.

Llegar a este punto ha llevado meses de laboriosas negociaciones indirectas, entre otras cosas porque Israel y Hamás desconfían completamente el uno del otro.

Desde que se anunció el acuerdo, más de 80 palestinos han muerto en Gaza por bombardeos israelíes, lo que muestra que lo negociado en las conversaciones diplomáticas no tiene una correlación directa con lo que continúa ocurriendo en el terreno.

Se espera que el alto el fuego ponga una pausa en la guerra mientras se implementa lo acordado. Pero no está claro si significará el fin definitivo de la guerra.

Para empezar, el acuerdo consta de tres fases (una tregua, el fin de la guerra y la reconstrucción de Gaza), pero la segunda y la tercera no empezarán a negociarse hasta que se haya avanzado en la primera.

Por el momento, el acuerdo deja puntos sin esclarecer y dudas en el aire que podrían comprometer su éxito.

El acuerdo prevé la liberación en distintas fases de los rehenes israelíes que quedan aún en manos de Hamás. Los primeros 33, entre ellos niños, enfermos y mujeres, serán entregados a Israel en la primera fase.

Hamás tomó 251 rehenes el pasado 7 de octubre de 2023, cuando mató a unos 1.200 israelíes. La represalia israelí sobre Gaza ha dejado ya cerca de 47.000 muertos.

Una parte de los rehenes (105) fueron liberados a finales de noviembre de 2023 durante la primera tregua. Sin embargo, de los más de 90 secuestrados que siguen bajo custodia de Hamás, no está claro cuáles de entre ellos están vivos o muertos, e incluso si el grupo miliciano sabe dónde se encuentran todos los cautivos.

Los rehenes fueron tomados por distintas facciones milicianas en Gaza y escondidos por grupos en localizaciones diversas, que fueron cambiando según avanzaba la guerra.

Tampoco se sabe ni cuántos presos palestinos en cárceles israelíes serán liberados exactamente a cambio de los rehenes, ni cuáles son sus identidades.

Israel ha reconocido que liberará a “varios cientos de terroristas” a cambio de esos 33 primeros rehenes, pero que el número final dependerá de cuántos siguen vivos.

Según el acuerdo, los 9 rehenes enfermos o heridos de esa primera lista de 33 serán intercambiados por 110 palestinos condenados a cadena perpetua.

Un funcionario israelí declaró a la BBC que los condenados por asesinato no serían liberados en Cisjordania, sino que tendrán que ir al extranjero.

El gobierno israelí ha dejado claro que no excarcelará a ningún miliciano que hubiera participado en el ataque del 7 de octubre de 2023. Sin embargo, el acuerdo señala que liberará a 1.000 personas detenidas el 8 de octubre que no participaron en el asalto del día anterior.

Según Rusdi Aboualouf, corresponsal de la BBC en Gaza, Hamás ha intentado incluir en la lista de liberados a un par de nombres simbólicos de su movimiento, en lo que parece “un esfuerzo por proyectar una imagen de victoria y restaurar su popularidad, que se ha visto muy afectada en Gaza”.

La prensa israelí ha especulado con la posible liberación de un histórico líder de Fatah, Marwan Barghouti, condenado a cinco cadenas perpetuas y que ostenta una enorme popularidad entre los palestinos. Pero nada ha sido confirmado.

Otro de los asuntos que no han sido aclarados es si Israel aceptará retirarse de la zona de amortiguación entre su territorio y la Franja en una fecha concreta, o si su presencia allí será indefinida.

Según el acuerdo, las tropas israelíes deberán retirarse en la primera fase de las zonas densamente pobladas de Gaza y desplazarse hacia el este, a la frontera entre Israel y la Franja.

No se sabe, sin embargo, cuánto tiempo les llevará.

Israel también permitiría que los desplazados que ahora se encuentran en el sur de Gaza comiencen a regresar al norte.

Casi todos los 2,3 millones de habitantes de Gaza han tenido que abandonar sus hogares debido a las órdenes de evacuación y los bombardeos israelíes, además de los desplazamientos por los combates sobre el terreno.

Los soldados israelíes también deberán retirarse del conocido como corredor Netzarim, que Israel ha establecido durante la ocupación de Gaza y que divide el territorio en dos, una zona norte y una sur.

Las tropas israelíes se replegarán a un perímetro de no más de 700 metros dentro de la frontera de Gaza con Israel, excepto en cinco puntos concretos, “donde no aumentará más de 400 metros adicionales que determinará la parte israelí al sur y al oeste de la frontera”, reza el acuerdo.

Lo firmado no dice nada, sin embargo, de cuánto tiempo se quedarán allí las tropas israelíes o si esa “zona tapón” quedará ocupada a perpetuidad, ya que la retirada total de las fuerzas israelíes deberá completarse en la segunda fase del acuerdo.

Pero esta segunda parte, en la que se debe alcanzar una “paz sostenible”, aún no ha empezado a negociarse y, por lo tanto, no establece plazos para ninguno de los objetivos que busca alcanzar.

Israel también se ha comprometido a retirarse del corredor Filadelfia, que separa la Franja con Egipto y que tiene un gran valor estratégico. El acuerdo señala que las tropas se irán reduciendo de este pedazo de tierra de forma gradual durante la primera fase del alto el fuego y que la retirada deberá haberse completado para el día 50.

Pero el gobierno liderado por Benjamin Netanyahu ha dejado claro que si Hamás no accede a poner fin a la guerra de forma acorde a los objetivos israelíes, sus tropas seguirán allí “hasta nuevo aviso” y más allá de ese día 50.

La tercera y última fase del acuerdo consistiría en la reconstrucción de Gaza, algo que podría llevar años.

El presidente de EE.UU., Joe Biden, afirmó que, en esta fase, los palestinos desplazados podrán regresar a los barrios de todas las zonas de Gaza.

Los últimos restos de los rehenes muertos también serán devueltos a sus familias, añadió.

Más de 60.000 edificaciones han sido completamente destruidas en Gaza, otras 20.000 se han visto gravemente afectadas y más de 56.000 están moderadamente afectadas, sengún los datos del Centro de Satélites de la ONU.

Esto supone el 69% del total de la infraestructura de la Franja.

Naciones Unidas ya advirtió de que el enclave palestino podría tardar 350 años en recuperar los niveles que tenía antes de 7 de octubre de 2023.

Recontruir la Franja va a ser caro. Muy caro.

Solo retirar las más de 40 millones de toneladas de escombros podría costar US$1.200 millones y tardar unos 14 años, según la ONU.

En mayo, el organismo internacional calculó que la reconstrucción de Gaza podría llegar a costar entre US$40.000 y 50.000 millones.

Tras las anteriores guerras han sido los ricos países del Golfo los principales financiadores de la reconstrucción del territorio palestino, pero aún está por ver quién pagará la factura de los daños esta vez.

Cualquier alto el fuego es frágil y este aún más.

Las treguas entre Israel y Hamás que han detenido guerras anteriores se han visto sacudidas por escaramuzas y han acabado por romperse.

El calendario y la complejidad de este alto el fuego significan que incluso un pequeño incidente podría convertirse en una gran amenaza para la paz.

La segunda y la tercera fase aún no se han negociado y dependerán de cómo avance la primera fase, que debería empezar el domingo 19 de enero.

El primer ministro de Qatar, Mohammed bin Abdulrahman al Thani, aseguró en la conferencia de prensa en la que se anunció el acuerdo que tenía fe en que superaría la primera fase, aunque todo dependía de las partes que lo han firmado.

Preguntado por los mecanismos existentes para garantizar el cumplimiento del acuerdo por ambas partes, afirmó que tres países -Estados Unidos, Egipto y Qatar- supervisarían la aplicación de lo pactado.

“Esperamos que las partes se adhieran al acuerdo”, añadió, pero también reconoció que este tipo de acuerdos son complejos.

En qué manos quedará Gaza tras la guerra fue una de las primeras preguntas que se plantearon al iniciarse el conflicto y sigue siendo, a día de hoy, una de las grandes incógnitas.

El primer ministro palestino, Mohammed Mustafa, aseguró el miércoles, antes de se anunciara el acuerdo de alto el fuego, que la Autoridad Nacional Palestina (ANP) debía ser el único poder gobernante en Gaza después de la guerra.

La ANP gobernaba todos los territorios palestinos (Cisjordania, Gaza y Jerusalén oriental) hasta 2006. Sin embargo, tras ganar Hamás las elecciones parlamentarias de ese año -las últimas que se han celebrado- e iniciarse un conflicto civil que acabó por expulsar a sus rivales de Fatah de Gaza, la Franja ha estado gobernada por esta milicia islamista.

Hamás no quiere perder el control de Gaza, pero los 15 meses de guerra han arrasado sus filas y ha perdido a algunos de sus principales dirigentes, por lo que parece complicado que pueda mantenerse en el poder en la Franja.

Israel se niega a que Hamás siga gobernando el territorio. También se niega a que Gaza sea gobernada por la ANP, que administra partes de los territorios ocupados por Israel en Cisjordania.

Además, Israel quiere mantener el control de seguridad sobre Gaza una vez finalizado el conflicto.

Sin embargo, el gobierno israelí está trabajando con Estados Unidos y los Emiratos Árabes Unidos en un plan para que una administración provisional dirija Gaza mientras se reforma la ANP. La nueva administración se convertiría entonces en el gobierno permanente.

Pero, por el momento, no hay nada decidido ni acordado.

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