¿Se puede realmente lanzar una supuesta moneda digital y crear valor de la nada? Donald Trump parece haber encontrado una fórmula de financiación con su incursión en el mundo de las criptomonedas, aunque el problema es quién saldrá perdiendo por el camino. En un movimiento que sorprendió tanto a inversores como a analistas, el de nuevo presidente estadounidense lanzó su propio ‘memecoin’, un tipo de criptomoneda que, más allá de su aparente carácter satírico, acumula un valor difícil de ignorar.
La criptomoneda TRUMP (como se llama) alcanzó una capitalización de 14.000 millones de dólares en las primeras 48 horas. Pero detrás del brillo de los números, surgen preguntas inquietantes: ¿a quién beneficia realmente este proyecto además del propio Trump? Y lo más importante, ¿quién pagará el precio?
La pregunta no es baladí: ¿Qué ocurre cuando una figura política en activo controla directamente un instrumento financiero tan volátil? Con más de un 80 % de las monedas reservadas para entidades ligadas a Trump, las acusaciones de manipulación no se han hecho esperar. ¿Es este el inicio de una nueva era de criptomonedas de famosos, o simplemente un caso más de especulación desenfrenada?
El ascenso de TRUMP: entre la propaganda y el oportunismo
El anuncio del memecoin TRUMP llegó de forma inesperada y con un tono festivo en mitad de la campaña. A través de su plataforma Truth Social, Trump presentó la criptomoneda como una celebración de los valores que, según él, representa: ganar a toda costa. Sin embargo, la velocidad con la que su valor se disparó, alcanzando miles de millones en solo unas horas, ha despertado tantas alabanzas como sospechas.
¿Qué es un memecoin y por qué hay gente que especula con ellos?
Los memecoins, como Dogecoin o Shiba Inu, son criptomonedas nacidas en la cultura de internet. A menudo se basan más en bromas y popularidad que en un uso práctico o tecnología robusta. Sin embargo, han demostrado ser capaces de generar fortunas de la noche a la mañana. TRUMP se inscribe en esta tendencia, pero con un giro peligroso: su lanzamiento no proviene de una comunidad de entusiastas anónimos, sino de una figura política con millones de seguidores devotos y un historial de polarización.
Esta conexión directa con Trump plantea riesgos particulares. Según críticos como Jacob Silverman, autor especializado en criptomonedas, cuando una sola entidad controla la mayoría de las monedas (en este caso, el 80 % está en manos de organizaciones afiliadas a Trump), se abre la puerta a prácticas cuestionables como el “pump-and-dump”. Esta táctica consiste en inflar artificialmente el precio de una criptomoneda para después vender grandes cantidades, generando caídas que afectan desproporcionadamente a los pequeños inversores.
Los riesgos éticos y políticos de un memecoin presidencial
El hecho de que un presidente en funciones controle una criptomoneda plantea dilemas éticos únicos. Por un lado, su popularidad y alcance global garantizan que el proyecto atraiga inversiones masivas, lo que podría ser usado como una herramienta de poder económico y político.
Por otro, este control centralizado contradice los principios fundamentales de descentralización que dieron origen a las criptomonedas.
El impacto sobre sus seguidores
La naturaleza especulativa de los memecoins significa que, por cada ganador, hay un perdedor. En el caso de TRUMP, los más afectados podrían ser precisamente aquellos seguidores que invierten por lealtad a su figura política, sin entender completamente los riesgos del mercado cripto. Azeem Khan, cofundador de Morph blockchain, lo resume de forma clara a la revista Wire: “Para que alguien gane, alguien tiene que perder”.
Además, la aparición de una segunda criptomoneda lanzada por Melania Trump (MELANIA) ya ha generado caos en el mercado, reduciendo el valor del token original en un 50 por ciento. Este movimiento refuerza la percepción de que el proyecto no está diseñado para proteger a sus inversores, sino para maximizar los beneficios personales de la familia Trump.
Quizás el aspecto más preocupante de TRUMP sea su potencial para convertirse en un vehículo de sobornos y tráfico de influencias. Jacob Silverman argumenta que actores políticos o corporativos podrían inflar artificialmente el precio del token para ganar el favor del presidente sin realizar transferencias directas. Este tipo de transacciones, aunque difíciles de rastrear, podrían abrir un nuevo frente en el debate sobre la regulación de las criptomonedas.
El lanzamiento de TRUMP y MELANIA llega en un momento crítico para la industria de las criptomonedas. Tras un periodo de auge y escándalos, incluyendo el colapso de importantes plataformas como FTX, el sector enfrenta un escrutinio regulatorio sin precedentes. Trump, sin embargo, parece decidido a posicionarse como el “presidente cripto”, prometiendo convertir a Estados Unidos en el líder mundial en activos digitales.
Esta apuesta no está exenta de riesgos. Si los proyectos asociados a su figura fracasan, podrían reforzar la percepción pública de las criptomonedas como un sector plagado de estafas y volatilidad. Sin embargo, si tienen éxito, podrían consolidar una nueva forma de financiamiento político y empresarial, marcando un antes y un después en la relación entre las criptomonedas y el poder político.